Miré los ojos del moreno mío
derramé mis ansias sobre su piel
hallé me prendida en su dulce miel
y en el suspirado... y dulce albedrío.
En la calma aura del atardecer
cerre mis ojos y encontré su voz,
con un murmullo, y un runrún feroz
sentíme libre… sin saber qué hacer.
La suave luz nos ata suavemente
en nuestra alma, brilla, su resplandor;
El que calcina y arde permanente
hasta el matutino e irradiado albor.
Y con un suspiro tan comúnmente
quedamos presos de tan grato amor.
Asun
Ese Amor que libera y ata.
ResponderEliminarMuy bello!!
Besos:)