DE LUISA DE CARVAJAL
(1566-1614)
En el siniestro brazo recostada
De su amado pastor, Silva dormía,
Y con la diestra mano le tenía
Con un estrecho abrazo a sí allegada.
Y de aquel dulce sueño recordaba,
Le dijo: “El corazón del alma mía
Vela, y yo duermo. ¡Ay! suma alegría,
Cuál me tiene tu amor tan traspasada.
“Ninfas del paraíso soberanas,
Sabed que estoy enferma y muy herida
De unos abrasadísimos amores.
“Cercadme de odoríferas manzanas,
Pues me veis, como fénix, encendida,
Y cercadme también de amenas flores.”
(De la antología de poetisas líricas, de M, Serrano y Sanz)